16 ago 2021

PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Cómo podré lidiar con mis pasiones y deseos?

Q- ¿Y si hay un pecado específico que en realidad no quiero dejar?

A- El poder de la gracia de Dios es que por ella no solo somos perdonados, sino que también somos transformados. Transformados para obedecer, porque por nuestras propias fuerzas no podemos, por más que querramos, agradar a Dios en el propósito de mantenernos apartados del pecado. Pero si somos intencionales en permitir que el Espíritu de Gracia transforme nuestros corazones, Él obrará la regeneración necesaria para que podamos agradarle con nuestras vidas; porque Dios es el que en nosotros produce así el querer como el hacer todo cuanto debamos hacer, y Él lo hace por su buena voluntad para con nosotros (Fil 2:13).

Evidentemente, una cosa es no querer someternos al Espíritu de Dios, y otra muy diferente es dudar que, de hacerlo, podamos salir victoriosos ante el pecado. Si Dios otorga a tu corazón y a tu razón las convicciones suficientes sobre estas verdades, también otorgará el anhelo y el querer someterte a Su Espíritu; y para esto solo se requiere que recibas la predicación de la Palabra de Dios, porque la fe viene por el oir, y el oir mismo es por el poder de Su Palabra (Rom 10:17).

De manera que hoy, antes de haber aceptado a Cristo en arrepentimiento y fe, es muy natural que aun consideres tu pecado como algo valioso. No obstante, si logras ver el horror del pecado en tu vida, y la posición en la que, por su causa, estás ante la presencia de tu Creador; si logras ver las bendiciones que el pecado te arrebata; y si al mismo tiempo logras ver Quién entregó Su vida para devolvértelas, para tu beneficio en esta vida y por la eternidad; si logras ver a Cristo en medio de la exposición del Evangelio, entonces no dilates más una decisión en plena confianza por lo Él pueda hacer en tu corazón. Recíbele como Salvador y Señor, y comienza a vivir una vida nueva en Cristo.

© Por Santiago Peralta. http://www.eseperalta.blogspot.com. Usted puede reproducir y/o distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin que se altere su contenido y se incluya este párrafo en la reproducción.

PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Cómo puedo aceptar a Cristo?

Q- ¿Cómo podría aceptar al Señor? ¿Cómo podría entregar mi corazón a Cristo? ¿Controlará Él mi vida en lo adelante?

A- La Palabra de Dios define lo que es aceptar al Señor, y también nos habla de una condición preliminar ineludible antes de aceptar al Señor. Aceptarle es entenderle como el único Salvador de nuestra alma ante la condición de condenación eterna en la que ella está sumida. Es posible que para eso quieras primero conocer sobre esa "condenación del alma". La Palabra de Dios dice que todos estamos bajo la condición y las consecuencias del pecado; como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; que todos nos desviamos, que a una nos hicimos inútiles; que no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno. Dice también que nuestra garganta es un sepulcro abierto; que con nuestra lengua engañamos, y que lo que hay debajo de nuestros labios es veneno de serpiente; que nuestra boca está llena de maldición y de amargura; que nuestros pies se apresuran para derramar sangre; que quebranto y desventura hay en todos nuestros caminos; y que no conocimos camino de paz, puesto que al final, la realidad es que no hay temor de Dios delante de nuestros ojos (Rom 3:10-18). Después de todo, lo que la ley dice lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios. Esta verdad se expresa sintetizadamente al decir que por cuanto todos pecamos, estamos destituidos de la gloria de Dios (Rom 3:23).

Esa es la condenación por causa del pecado: estar alejados, destituidos, alienados de la gloria de Dios; y Él, como el único que podía hacerlo, de la misma manera que una persona ofendida es la única que puede volverse a su ofensor e iniciar la reconciliación (pues al revés es inútil mientras el ofendido no lo consienta), envió a Su único Hijo para pagar el rescate que ese pecado ameritaba. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús (Rom 6:23).

En resumen, esa es la consecuencia del pecado y esa es la limitada condición en la que nos coloca delante de la eterna presencia de nuestro Creador. En esa condición no podíamos presentarnos ante Él, ni pretener permanecer ante Su presencia. Se requería un rescate y uno que no estuviera afectado por la misma condición, que con suficiencia pagara por ese rescate. Solo Jesús, nacido no de simiente de varón, sino engendrado del Espiritu de Dios en una joven virgen, María; cumplió los requisitos de la justicia divina. Confiar en ese Jesús como el Ungido de Dios, como el Cristo de Dios, y confiar en Su obra de rescate en la cruz, como los únicos elementos que pueden redimirnos de esa condición de pecado y sus consecuencias eternas es lo que la Biblia llama "ACEPTAR a Cristo".

Sin embargo, existe una condición requerida para aceptar al Señor, y es que en nuestros corazones y nuestras convicciones nos arrepintamos de nuestros pecados. El clamor del Señor Jesucristo, temprano en Su ministerio evangelístico, siempre fue: "arrepentíos y convertíos", y ese sigue siendo el mensaje hoy: en nuestra condición de pecado debemos arrepentirnos y aceptar al Señor en nuestros corazones. Sin arrepentimiento no hay salvación. El arrepentimiento es ese giro de 180 grados que nos coloca de espaldas al pecado y nos deja de cara a nuestro Dios para caminar bajo Sus normas. Arrepentirnos y confesar nuestros pecados es ese paso vital antes de poder ser perdonados por Dios. La Biblia dice en Salmos 32:5 "Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado".

El arrepentimiento es esa "disposición del corazón" para alejarnos del pecado y vivir para la gloria de Cristo en nuestras vidas, que significa caminar en santidad, testificar de Su Persona y Su obra, y crecer en el conocimiento de Su Palabra de manera constante. Y he dicho "la disposición del corazón" porque se trata de ESTAR DISPUESTO A que Cristo, precisamente como pudiste haber cuestionado en tu pregunta, sea el Señor de tu vida, no solo tu Salvador. Puede que no ocurra ni inmediatamente ni facilmente, pero arrepentirnos es estar dispuesto a que el Señor gobierne tus decisiones, por medio de Su Espíritu. A que tu voluntad ya no sea la que gobierne más tus pasos, sino la voluntad de Dios aprendida de las Escrituras y puesta en práctica diariamente. Ese señorío debe caracterizar tu vida luego de haber sido salvo por la fe en Su obra de la cruz. Estas son, ambas, la definición de, y la condición para, aceptar a Cristo en nuestras vidas.

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PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Es literal el cielo y el infiero? ¿¡Cómo puede tenerse certeza de lugares tan imaginarios!?

Q- Tengo inquietudes sobre la existencia del cielo y el infierno: No comprendo en lo absoluto la existencia de ambos sitios, ¿cómo es posible? ¿qué es lo que se supone que de mi ser es enviado hacia allá? ¿tendré conciencia? ¿cómo es eso de "para siempre"? ¿haciendo qué cosas? ¿cómo es eso de "gozo eterno"? Si solo tendré gozo y felicidad, ¿cómo será posible sin que haya tristeza para poder compararla? ¿cuáles son las pruebas del cielo y del infierno?

A- Un día un hombre llamado Nicodemo fue a Jesús a plantearle un dilema teológico acerca de su orígen. El Señor ni siquiera le respondió, y le dijo: "te es necesario nacer de nuevo". Hoy el hombre se plantea infinidad de cuestionamientos sobre su orígen y sobre su destino, y el Señor nos refiere la misma respuesta: "te es necesario nacer de nuevo".

Es decir, hay muchas cosas cuya comprensión solo será dada a aquel que recibe el Espíritu de Dios, porqe son cosas relacionadas con el Espíritu, y las cosas relacionadas con el Espíritu, las cosas espirituales, no pueden ser entendidas por el hombre natural. El hombre natural es el hombre de carne y hueso, el ser humano común y corriente, por más abolengo que posea, pero que no ha nacido de nuevo aún. Aquel que no tiene a Cristo como Salvador. La Biblia dice en 1Co 2:14-16 "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (15) En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. (16) Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo". Solo el cristiano, nacido de nuevo genuinamente, posee la sabiduría que la mente de Cristo otorga para entender las cosas espirituales. Intentar que una persona, un ser humano natural, no espiritual, entienda las cosas espirituales, es un esfuerzo vano.

Sin embargo, la realidad del cielo (no el cielo astronómico, sino el cielo espiritual) y el infierno son irrefutables, porque existen testimonios de hombres que estuvieron en la presencia de los cielos y estuvieron de regreso a la tierra. No para contar su testimonio como una noticia sensasionalista, y que vieron una luz, etc., como dicen algunos, sino como sucedió al apóstol Pablo según indica la Biblia (no en un tabloide de noticias sensasionalistas) cuando nos dice en 2Cor 12:1-5 que él fue llevado al tercer cielo, pero que no le fue dado revelar las cosas que allí vió. Ese es un testimonio de la Biblia, no de una revista ni un periódico.

El propio Señor Jesucristo dijo en Juan 3:13 "Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo". Es decir, el cielo es un lugar literal. Y el infierno lo es de igual manera. El infierno fue creado por Dios para Satanás y sus ángeles (Mateo 25:41), pero todo aquel cuyo nombre no fue hallado inscrito en el Libro de la Vida fue lanzado allí de igual manera (Apocalipsis 20 completo, especialmente el verso 15) por haber rechazado el amor de Dios para salvarle, en la persona de Cristo y Su obra de sacrificio en la cruz del Calvario (1Tesalonicenses 2:11-12). Ese Dios sigue siendo un Dios de amor que se deleita en salvar, en dar convicción de pecado para salvar.

Ambos lugares, el cielo y el infierno, están extensamente documentados en Las Escrituras. Con respecto a con qué nivel de conciencia se estará en esos lugares, la parábola de el rico y Lázaro en Lucas 16:19-31 nos responde claramente que estaremos en nuestras plenas conciencias en esos lugares de eternidad.

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PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: Veo a Dios como un Dios radical, no soy capaz de ver su amor para con el hombre.

Q- Tengo inquietudes sobre las cualidades de Dios. Lo veo como un Dios radical, justo pero radical, con poder para castigar. Lo veo más desde la postura de la disciplina, no como un Dios de amor. La parte de Su amor, compasión, misericordia; nada de eso lo veo, sino como un jefe radical y extremista. ¿Por qué ese tal Dios me permitió vivir como soy? Además, para unos la verdad incluye a Cristo, pero para mí incluye también a María, o a Confusio o a Mahoma, dependiendo de la cultura donde hayas nacido, entiendes? Para algunos Cristo no es la verdad.

A- Primero, no estás equivocado cuando ves a Dios como un Dios radical. Dios es un Dios radical. La Biblia dice que Dios no dará por inocente al culpable: En Números 14:18 leemos "Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos". Eso suena bastante radical, porque lo es.

Pero Dios es igualmente un Dios de amor, como se puede apreciar en ese mismo pasaje, porque si todos somos culpables, entonces todos estamos bajo condenación; pero Dios amó de tal manera a este mundo que entregó a Su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16)

El pecado es la realidad humana, no por causa de Dios, sino por causa de la Caída en el Edén, por causa de cómo el hombre, en Su libre elección, decidió pecar. Dios no lo empujó a pecar, sino que en su libre albedrío, en su libre voluntad y raciocinio, alentado por el Maligno, el hombre pecó. Y esa fue responsabilidad del hombre, no de Dios. Pero Dios ya había diseñado una salida en la simiente humana que prometió a la mujer tan temprano como Génesis 3:15. Esa simiente es ese Jesús que fue a la cruz para redimirnos, para rescatarnos de la condenación eterna.

Con respecto a la validez de la verdad, es imperativo recordar que esta no radica en quien la considere, sino en los criterios que rodean a esa afirmación. NADIE nunca ha dicho ser la verdad. Ni Buda, ni Mahoma, ni Confusio, solo Cristo. María nunca dijo ser la Verdad, solo Cristo lo dijo; y no importa, porque nunca ha importado, lo que la gente diga sobre la verdad. Lo que importa es lo que la verdad diga de la gente, y de ella misma. Y es conforme a toda lógica, porque ella es la verdad, y solo ella puede, entonces, decir si ella misma es verdad...!

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PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Por qué tengo que acepar que tu propuesta religiosa es la verdadera?

Q- Todas las religiones se consideran "la verdad" o "aquellos que están bien con Dios". ¿Por qué tengo que acepar que tu propuesta religiosa es la verdadera?

A- Estar bien con Dios no es materia de la capacidad humana, sino de Su misericordia para con nosotros. Por eso, "religión" es el esfuerzo del ser humano por alcanzar a Dios, pero el "esfuerzo" de Dios por alcanzar al hombre para salvarle se llama redención, no religión. No somos religiosos, sino redimidos por una obra que tomó lugar en una cruz, históricamente hablando, no filosóficamente hablando. Ese hombre que murió en esa cruz dijo "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí."-Juan 14:6; de manera que nadie puede alegar tener "la verdad" o ser "la verdadera religión" si no se fundamentan en una relación sujeta a Cristo y a Su obra en la cruz, UNICAMENTE.

Cualquier "religión" o "dogma" que le quiera añadir algo a eso, ya está equivocada. Por tanto, es crucial mantenernos atentos y sujetos a Su Palabra (Las Escrituras, la Biblia); porque Él dijo: "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." - Juan 8:31-32.

En conclusión: la verdad la tiene aquel que tiene una relación personal con Quien dijo ser la verdad. La verdad la tiene aquel que tiene una relación personal con Cristo, y que ha recibido humildemente Su Palabra; y permanece en Su Palabra. 

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PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Por qué gira todo alrededor del hombre, si se alega su estado de condenación? ¿No revela esto la autoría humana de las Escrituras?

Q. ¿Cuál es esa gran importancia o prioridad que el cristianismo le da al hombre, en el sentido de un alegado plan de Dios en su favor? No entiendo cuál es la prioridad que se le da al hombre, como si mereciéramos alguna cosa o fuéramos algo. ¿Por qué gravita todo alrededor del hombre, si a fin de cuentas el hombre "está en condenación"? ¿No revela esto la autoría humana de las Escrituras?

A. Ante todo, la historia no gravita alrededor del hombre. Gravita alrededor de Dios y Su gloria. Él es el protagonista de la historia, no el hombre. Con todo, en el relato de la Creación no vemos a Dios soplando aliento de vida en ningún otro ser creado u otro aspecto de Su creación que no haya sido sobre el hombre. Lo que esto propició en el hombre no fue solamente el espíritu de vida, pues toda carne debajo del cielo tiene espíritu de vida (Gen 6:17; 7-15 y 22), y ciertamente Dios no sopló sobre ellas. Lo que este soplo hizo en el hombre creado fue otorgarle la capacidad racional que ninguna otra pieza de Su creación tiene. En otras palabras: el albedrío que luego el pecado distorsionó.

Un caballo tiene espíritu de vida, igual que tú y que yo, pero la diferencia entre el caballo y yo es que yo sé que existo, él no; y sé que existe un propósito en mi vida, él no. Esa es una crucial diferencia entre los animales y nosotros en el contexto existencial de lo creado. En Job 32:8 leemos: "Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda". Este soplo tiene que ver entonces con nuestro raciocinio, y también con las características transferibles de Dios hacia nosotros (capacidad de amar, de tener misericordia, noción de la eternidad, etc). Por eso se habla de "imago Dei" (imagen de Dios), pues fueron el hombre y la mujer los únicos hechos a esa Imagen.

El soplo de Dios sobre nosotros es lo que está detrás de esa Imagen de Dios. Se piensa erróneamente que la diferencia de todo lo creado con el hombre es que el mismo Dios formó al hombre con sus manos y no así a los animales; pero la realidad es que en el relato del cap. 1 no hay diferencia entre los otros procesos creacionistas: para todo lo que Dios hizo, antes vemos un "dijo Dios". Igual sucedió para con el hombre. La única diferencia que resalta es la pluralidad de la deidad: "hagamos"; pero igual, antes de hacerlo, "dijo Dios". Es decir, el poder creador de Su Palabra (el Verbo de Dios, por medio de quien fueron hechas todas las cosas [Col 1:16]) actuó igual en todas las cosas creadas, salvo por ese soplo exclusivo.

Por tanto, la imagen de Dios en el hombre es lo que le da la importancia a su existencia. Nuestra importancia e identidad están en Cristo, en ninguna otra fuente.

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10 jul 2019

¡QUE RESPONDA LA BIBLIA!: ¿Qué hace que la Biblia sea tan especial?

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ANTE TODO, SU AUTOR. Fue Dios quien inspiró la Biblia (2Tim 3:16a) "Toda la Escritura es inspirada por Dios". Un escrito que habiendo sido inspirado por intereses humanos alegue una autoría divina, pero que a la vez condene al hombre mismo que ideó la trama y, sobre todo, deje tan mal parado ante la historia al pueblo desde donde vino tal inspiración escritural –el pueblo de Israel–, sería un escrito fuera de toda coherencia. En tal caso debió ser una conspiración de al menos 1,500 a 1,700 años; sin la posibilidad de registros y códices vinculantes que concitara a una diversidad tan amplia de hombres con trasfondos sociales tan disímiles, como pastores de ovejas, pescadores, sacerdotes, médicos y reyes, una cantidad de más de 40 escritores, y los integrara a todos a un plan macabro para redactar un libro por el cual regir los principios éticos de la humanidad desde el punto de vista de los judíos, por solo hablar del aspecto terrenal de Las Escrituras. Tal posibilidad sería un absurdo sin precedentes, y de existir esa conspiración debiéramos llamarla justamente la "soberanía de Dios" para mover a hombres comunes a registrar en libros, durante tantos siglos, Su perfecta y santa voluntad, corroborada por escritores tan tardíos como los del final del 1er siglo de nuestra era; y luego mover a hombres para identificar y discernir entre lo inspirado y lo espurio, para luego compilar el canon de las Escrituras. En aplastante conclusión, no fue autoría humana. Dios es el autor de las Escrituras.

LUEGO, SU COHERENCIA A PESAR DE LA DIVERSIDAD DE ESCRITORES. La manera sobrenatural como vemos el cumplimiento en el Nuevo Testamento de palabras dictadas en el Antiguo Testamento, siglos antes. La manera en que no solo vemos profecías cumplidas, sino docenas de conceptos veterotestamentarios diferentes sustentados por principios y verdades neotestamentarias de los cuales aquellos eran modelo, habiendo transcurrido literalmente miles de años. En relación a la muerte de cruz del Señor Jesucristo, por ejemplo, se cumplieron aquel día más de 28 profecías, solo en el contexto de sus juicios, su crucifixión, muerte y resurrección. Pero la Palabra de Dios provee más de 300 referencias sobre el señalamiento profético de un Mesías, y ofrece características para que este pudiese ser identificado entre los hombres. ¿Cómo explicar la exclusión del Señor Jesucristo de un procedimiento normal a manos de los romanos para terminar de dar muerte a los crucificados, como era el romper los huesos de sus piernas para que no pudieran tomar aire y respirar, muriendo así en pocos minutos de asfixia? ¿Consideraron ellos como proféticas las palabras en Salmos 34:20? Si fuere así, ¿Estuvieron los romanos interesados en que se cumpliera esta profecía? La coherencia en la Palabra de Dios es sobrenatural, haciéndola una especial revelación para Su pueblo.

FINALMENTE, SU PRESERVACIÓN HASTA NUESTROS DÍAS. La manera en que Dios se ha empleado para preservar Su Palabra revelada es igualmente asombrosa y digna de análisis. Miles de años han pasado, a pesar de los esfuerzos por destruirla, constituyéndose en uno de los testimonios más asombrosos de la verdad de las Escrituras. "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mat 24:35), y aseguró que Su Palabra se difundiría por todo el mundo: "Este evangelio del reino será predicado en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin" (Mat 24:14). El descubrimiento de los rollos del Mar Muerto confirmó que todavía tenemos el mismo Antiguo Testamento que fue originalmente redactado. La supervivencia también de miles de manuscritos del Nuevo Testamento confirma que se preservaron providencialmente. Por el contrario, pocas copias han sobrevivido de casi todos los otros libros clásicos. La Palabra de Dios sobrevivió a pesar de intensos esfuerzos para destruirla, como el llevado a cabo en el 175 aC por el rey de Siria, Antíoco Epífanes, quien ordenó a los judíos destruir, so pena de muerte, sus Escrituras y adorar a los dioses griegos. Judas Macabeo salvó los libros y lideró una revuelta que ganó la independencia de la nación judía. O aquel esfuerzo a manos del emperador romano Diocleciano, cuya orden de prohibir el cristianismo, matar a sus líderes y quemar sus Biblias infringió un duro golpe en la disponibilidad de los textos sagrados. Como un signo de la providencia de Dios, el próximo emperador, Constantino, legalizó el cristianismo y pagó cincuenta nuevas copias manuscritas de la Biblia. Las Escrituras no solo se han conservado, sino que se han traducido a más de dos mil idiomas (antiguos y modernos), y muchos de los manuscritos más antiguos conservados incluyen traducciones que muestran que la Palabra de Dios se estaba extendiendo desde el principio, y su mensaje se ha conservado conforme a la inspiración original de parte de Su Autor: el Dios de la Creación.

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6 jul 2019

GÉNERO Y SEXO: Una discusión que debe ser afinada


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Cuando decimos que los propulsores de la ideología de género hacen daño al pretender establecer la identidad sexual del individuo a partir del género y no a partir de las características genotípicas y fenotípicas que definen la identidad sexual, pudiéramos estar enviando sutilmente el mensaje de que ambos, género y sexo, debieran considerarse en el mismo plano conceptual, cuando la realidad de ambos conceptos es que no ocupan el mismo plano. Las características fisiológicas y genéticas que definen nuestra identidad sexual pertenecen a un nivel fundamental, a un nivel primario, a un nivel concreto y objetivo de nuestra naturaleza, y que permea hasta impactar otros niveles, como son nuestros roles sociales, familiares, etc.

Pero, justo en esa brecha, cuando decimos que no es lo mismo, y que el ser humano no tiene género sino sexo, pudiéramos dejar el campo abierto para que los ideólogos progresistas de la revolución sexual introduzcan el concepto de deconstrucción social del género, incluso sin que hubiere intensión (por imposibilidad natural, por más procedimientos quirúrgicos desarrollados) de impactar la realidad sexual del individuo. Si no tenemos cuidado, dejamos espacio para que redefinan el género sin tocar el sexo, y nuestra batalla debe desarrollarse partiendo de ambas cosas: que no es lo mismo género y sexo, pero que al mismo tiempo es un error adoctrinar ideológicamente el género al margen del sexo, porque el responsable de definir nuestro género son nuestras características sexuales biológicas.

En otras palabras; NO, género y sexo no son lo mismo; pero eso no le deja libertad a ninguna ideología para disponer de la definición de nuestro género. Porque a fin de cuentas SÍ, tenemos género y tenemos sexo; ambas cosas, pero el sexo predomina de manera natural, e impone sus definiciones fundamentales al género. Nuestro género descansa en la tipificación sexual de nuestro organismo.

De hecho, según la OMS el género se trata de una "construcción social" y no de una separación de roles natural e inherente a la condición biológica de los sujetos —características anatómico-fisiológicas—, por lo que, continúa definiendo la OMS, "la analogía o sinonimia semántica entre los términos «género» y «sexo» es errónea".

Entonces, si la OMS dice que no son sinónimos, con la intención de poder redefinir y deconstruir, y los cristianos también decimos que no son sinónimos, pero con la intención de que lo que prime sea la condición genética y natural del sexo, entonces debemos tener mucho cuidado con las argumentaciones. Se debe tener muy claro el porqué ambos grupos decimos lo mismo, "que no son sinónimos". La batalla no es, entonces, para establecer si son términos análogos o no, sino para establecer las razones por las cuales la ideología de género dice que no lo son, y las razones por las cuales los cristianos decimos que no lo son.

Como ha sucedido con el arcoiris, la agenda LGBT nos ha arrancado de las manos el concepto de género y, apropiándose de él de forma errónea y para fines erróneos, hoy tememos al uso del término y lo satanizamos en plena ignorancia de su significado epistemológico.

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21 may 2019

El sol en el cristal

Es posible que durante las mañanas, al transitar de Oeste a Este el Sol impacte nuestros cristales; y es en esos momentos que la luz nos confronta, cuando vemos mejor la suciedad atrapada en los mismos. No nos percatábamos antes, pero ahora, con los rayos del sol que literalmente penetran hasta el interior del vehículo, apreciamos las fallas, las manchas, la suciedad y hasta las grietas de nuestro cristal. Sucede lo mismo con nuestro carácter. La Palabra de Dios es lámpara a nuestros piés y lumbrera a nuestro camino (Sal 119:105), y no es hasta que la luz de las Escrituras nos confronta que somos capaces de ver nuestro pecado, nuestras fallas, las manchas de nuestro carácter y la suciedad de nuestro corazón. Seremos incluso capaces de identificar peligrosas grietas en nosotros, que de no ser atendidas provocarán roturas irreparables.

Y al igual que nos sucede con la luz del sol en los cristales del vehiculo, a veces pensamos que el sucio que ahora es evidente, se trata de la parte exterior y activamos los mecanismos para corregir el problema: el limpiavidrios y el chorro de agua automático. Sin embargo, muchas veces el problema no es externo, sino desde dentro del cristal, como en nuestras vidas: El problema es desde dentro, desde nuestro corazón, y no podemos nosotros mismos, no somos capaces de limpiar el cristal por dentro, con nuestra propias manos, sin empeorarlo; por eso es que antes de ser aplicada fuera, el agua la necesito dentro. La Biblia es como agua fresca que limpia nuestras conductas. Si de repente no hay agua, el limpiavidrios empeorará la situación. Sin la Palabra de Dios, solo con soluciones humanistas y sicológicas orientadas al conductismo no podremos solucionar el problema.

Pero, la realidad es que a veces no podemos hacerlo y continuar nuestro camino. Necesitamos detenernos, hacernos a un lado en la carretera para limpiar, desde dentro, el desastre de nuestro cristal. A veces no podremos nosotros mismos, y entonces será momento de buscar ayuda, de dejarnos ayudar por otros, de recibir consejo. El ejercicio de la humildad comienza por reconocer la ayuda de otros en este proceso de limpieza por la Palabra de Dios.

Sal 119:27-28 Hazme entender el camino de tus mandamientos, Para que medite en tus maravillas. (28) Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra.

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18 may 2019

¡QUE RESPONDA LA BIBLIA!: ¿Qué son los apócrifos y por que no se encuentran estos libros en la Biblia protestante?

Para hablar de los libros apócrifos debemos primero hablar del Canon de las Escrituras, pues aunque en su sentido original "apócrifos" significó cosas ocultas, secretas, en el nivel práctico la palabra se ha considerado como "no canónico". El canon es el consenso para identificar a los libros inspirados. Me gusta decir "identificar", no "definir", porque la autoridad canónica no la otorga el hombre. La autoridad canónica de Las Escrituras es intrínseca, la posee ella misma desde el momento justo en que se escribieron. El desafío del hombre es discernir entre tanta literatura agregada, espuria, pretenciosa, que ha querido colocarse durante la historia a la par de los escritos de los santos hombres de Dios que fueron inspirados por el Espíritu Santo. El consentimiento de ese discernimiento es el que llamamos canon de Las Escrituras.

Este canon en lo que concierne al Antiguo Testamento se mantuvo inalterable, y aunque en el período intertestamentario se tenía conciencia de que el oficio profético estaba suspendido, la realidad es que la historia transcurría y debía ser registrada. Los hombres no cesaron de pensar ni de poner sus pensamientos por escrito, y fue así como surgió una extensa colección literaria que fue utilizada tanto por judíos como por cristianos.

Lo habitual ha sido agrupar estos escritos en dos clasificaciones; los apócrifos y los seudoepígrafos. Los primeros incluyen libros que llegaron a ser colocados junto a escritos canónicos del Antiguo Testamento en varios manuscritos de la Septuaginta, la famosa traducción griega de los textos hebreos del Antiguo Testamento; septuaginta por los famosos setenta y dos eruditos judíos (6 de cada una de las 12 tribus de Israel), que trabajaron para traducir el texto hebreo; pero siempre se aclaró que no eran inspirados. Estos libros nunca fueron vistos como Escritura, ni por los judíos ni por la iglesia del 1er siglo. La primera vez que se incluyen en la Biblia fue en el año 404 d.C, pero se creía y se decía que “no eran parte del canon,” sino que podían ser útiles para beneficio intelectual de los creyentes. O sea, NO tienen la misma autoridad que los demás libros. No obstante, cuando las Escrituras griegas fueron traducidas al latín, esos libros adicionales fueron conservados, y la mayoría de ellos fueron declarados parte de las Escrituras por el Concilio de Trento (1546) como respuesta a la avanzada de la reforma protestante a manos de Lutero, quien se había encargado junto con otros reformadores, de traducir los libros canonicamente oficiales y excluir de ese esfuerzo a los apócrifos. Algunos de estos escritos justifican algunas enseñanzas de los catolicoromanos, como las oraciones por los muertos, las indulgencias, la justificación por obras, enseñanzas que no están en la Biblia. Para los católicos, la iglesia tiene la autoridad de decir qué libros son Escritura, para los cristianos protestantes Dios es quien habla y nos dice cuáles libros son inspirados por Él.

Finalmente, el término "seudoepígrafo" designa específicamente a escritos seudónimos dado que sus verdaderos autores son desconocidos. Al aparecer en una época en la que el testimonio profético había cesado, estos escritos ganaron popularidad siendo adornados con los nombres de personajes notables de los tiempos bíblicos. Una perniciosa labor de la critica racionalista del s.XIX fue calificar muchos libros como pseudoepígrafos ante la menor duda de su autoría general, restándole valor al canon bíblico.

Ahora bien, ¿Por qué los libros apócrifos no deben ser considerados autoritativos? Primero, ellos mismos dicen no ser autoritativos; de hecho, en 1Mac 4:46; 9:27; 14:41, que es un libro apócrifo, se da constancia de esto. Segundo, no eran considerados como inspirados por los judíos; siendo los traductores masoretas los primeros en designarles unicamente un valor literario y culturarl, no inspirado. Tercero, no eran considerados como Escritura por Jesús o los apóstoles; no existiendo ninguna referencia de ellos en boca de los apostoles o del Señor; y cuarto, contienen enseñanzas que contradicen las enseñanzas de la Biblia.

La lista de libros apócrifos está clasificada en libros históricos, de ficción, sapienciales, apocalípticos, generales, filosóficos, apologéticos y misceláneos:

Libros históricos
1 Esdras
1 Macabeos
2 Macabeos

Libros de ficción
Tobías
Judith

Libros Sapienciales
Eclesiástico, o Sabiduría de Jesús Ben Siró.
La Sabiduría de Salomón.
Pirke Aboth o Dichos de los Padres.

Libros Apocalípticos
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14 may 2019

¡QUE RESPONDA LA BIBLIA!: ¿Por qué se contó como pecado a David el haber censado al pueblo de Israel? ¿Quién incitó a David a hacer el censo, Dios o Satanás? 2Sam 24, 1Cro 21

Según Exodo 30, censar a las personas o contar a las personas tenía una implicación particular con respecto al reconocimiento de Dios sobre el pueblo: ellos tenían que ofrendar por el rescate de su propia persona al ser contados, una ofrenda por expiación dice la porción en Exo 30, al momento de ser contados. De manera que había una relación directa en el reconocimiento de Jehová durante el proceso, y ninguna otra razón que no fuera esta debía mover un censo, o bien este aspecto no podía ser pasado por alto al llevarse a cabo un censo. Él era el Dios y Soberano sobre toda la nación de Israel, sin embargo cuando David ordenó el censo no vemos que se colectó la ofrenda para expiación, y solo fueron contados hombres fuertes que sacaban espada, hombres valientes de guerra dice el texto en 2Sam 24.

Esto revelaba un interés incorrecto en David. Pareciera que el pecado de orgullo por el número de sus hombres de a caballo y hombres de guerra llevó a David a entender que sus victorias habían descansado o descansarían en su fuerza y no en las de Jehová. De hecho, sus capitanes fueron más temerosos que el mismo David al objetar la orden, sin embargo David prevaleció. El censo se tomó como pecado por el orgullo del corazón de David, el cual fue incitado por Satanás, según 1Cro 21:1 "Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel". La tradicional confusión con este evento se da a raiz del texto en 2Sam 24 donde leemos "Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá".

Realmente no hay mucha dificultad en lectura rápida para concluir que fue Jehová mismo, en Su ira, quien incitó a David contra ellos. Sin embargo, en el hebreo original en esta porción el verbo incitar סוּת [sûth] (sooth: tentar, mover, persuadir, provocar) no tiene sujeto. Existe un objeto de la acción: el corazón de David, pero no vemos quien realiza la acción. Bien pudiera entonces decirse: "Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, y el corazón de David fue incitado contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá". Si gramaticalmente entendemos esto, no es dificil construir entonces la pregunta: ¿Quién lo incitó?, y como no tenemos esa respuesta en 2Sam debemos ir a algun texto paralelo. Resulta que lo tenemos en 1Cro y allí sí dice claramente que Satanás incitó a David a hacer el censo.

Fue Satanás quien movió orgullo para no observar las directrices dadas antes por Jehová a la hora de censar al pueblo. Claro, tampoco es difícil entender, conociendo la historia de Job, que no hay daño que el enemigo de las almas desee hacer a los justos de Jehová para lo cual no requiera la permisión del Altísimo; de forma que si aun no estás conforme con la explicación gramatical, debemos entender que aun si en Samuel viéramos claramente que fue Jehová en Su ira quien incitó a David, no hay discrepancia con 1Cro porque en esa ira Jehová Dios pudo haber utilizado a Satanás contra los hijos de Israel, y permitir que este incitara a David a hacer el censo. No obstante, al estar más claro en 1Cro nos quedamos con esta respuesta bíblica a la pregunta: Satanás lo hizo.

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3 abr 2018

¡QUE RESPONDA LA BIBLIA!: ¿Con quién se casó Caín?

Sabemos que fue con una mujer. Ahora, de dónde haya sido esa mujer, esa es la pregunta. En Gen 4, específicamente v.9 en adelante, leemos que luego del primer asesinato, Caín fue desterrado y condenado a andar errante y a ser extranjero sobre la tierra, donde quiera que este se encontrara. De hecho, fundó una ciudad llamada Enoc, pero aún de esta debió haber salido como errante y extranjero porque esa era su sentencia.

Ese nombre de la ciudad vino por su hijo, concebido en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y este Enoc se casó y tuvo a Irad, y este a Mehujael, y este a Metusael, y este a Lamec. Y de Lamec se dice incluso que tomó dos mujeres. Entonces, ¿Por qué no es una dificultad pensar en las mujeres de Enoc, de Irad, de Mehujael, de Metusael y de Lamec? Porque aunque la Biblia no lo dice, nosotros entendemos e inferimos que las generaciones previas o contemporáneas a estas personas tuvieron hijas, y todos estos primeros hombres se casaron con sobrinas y con hermanas. La Biblia no nos dice esto, pero lo inferimos sin problema.

¿Por qué no podemos inferirlo igualmente acerca de Caín? Posiblemente se nos dificulta porque Caín fue el primer hijo, y al entender que lo fue, también entendemos que no existían otros seres humanos, de donde debía haber salido la mujer con la cual engendró a Enoc, pero una simple comprensión del relato bíblico en términos de fechas y datación de hechos nos debe incluso decir que mientras Caín y Abel crecían, Adán y Eva pudieron estar teniendo hijos e hijas sucesivos. Al ser Caín y Abel los dos primeros hijos de Adán y Eva, protagonistas de los eventos revelados de esta manera al escritor del Génesis, no se mencionaron los nombres de sus hermanos y hermanas; pero no hay nada que impidiera a Adán y a Eva continuar procreando mientras estos hijos crecían hasta convertirse en los hombres jóvenes que entendemos eran cuando Cain cometió asesinato.

Ahora, si esta postura no nos satisface porque quisiéramos apegarnos a la más estricta interpretación del texto, y concluir en que solo luego de haber procreado a Set fue que Adán y Eva continuaron teniendo hijos e hijas, aun así no sería imposible entender que Caín solo le llevaba a Set algunos años, y que de las hermanas de Cain y Set debió haber salido la esposa del primero, y de cualquier otro varón de la tierra. Recordemos que el promedio de edad eran 900 años, suficientes para que varias generaciones surgieran antes de que la primera se extinguiera.

En definitiva, lo que no existe es lugar para pensar en una raza extra-Edénica, o pre-Adámica como suele referirse. Malaquías nos revela que Jehová Dios creó a solo uno, habiendo en Él la capacidad para hacerlo de otra manera, habiendo en Él la capacidad para crear a una multitud: ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios (Mal 2:15), y de este primero y único hizo a la segunda persona, Eva (Gen 2:21-22); y de los descendientes de ambos fue poblada la tierra y la historia. Caín, por tanto, tomó por mujer a alguna hermana, a alguna sobrina o a alguna sobrina-nieta, todas descendientes de Eva, su madre.

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