6 jul 2019

GÉNERO Y SEXO: Una discusión que debe ser afinada


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Cuando decimos que los propulsores de la ideología de género hacen daño al pretender establecer la identidad sexual del individuo a partir del género y no a partir de las características genotípicas y fenotípicas que definen la identidad sexual, pudiéramos estar enviando sutilmente el mensaje de que ambos, género y sexo, debieran considerarse en el mismo plano conceptual, cuando la realidad de ambos conceptos es que no ocupan el mismo plano. Las características fisiológicas y genéticas que definen nuestra identidad sexual pertenecen a un nivel fundamental, a un nivel primario, a un nivel concreto y objetivo de nuestra naturaleza, y que permea hasta impactar otros niveles, como son nuestros roles sociales, familiares, etc.

Pero, justo en esa brecha, cuando decimos que no es lo mismo, y que el ser humano no tiene género sino sexo, pudiéramos dejar el campo abierto para que los ideólogos progresistas de la revolución sexual introduzcan el concepto de deconstrucción social del género, incluso sin que hubiere intensión (por imposibilidad natural, por más procedimientos quirúrgicos desarrollados) de impactar la realidad sexual del individuo. Si no tenemos cuidado, dejamos espacio para que redefinan el género sin tocar el sexo, y nuestra batalla debe desarrollarse partiendo de ambas cosas: que no es lo mismo género y sexo, pero que al mismo tiempo es un error adoctrinar ideológicamente el género al margen del sexo, porque el responsable de definir nuestro género son nuestras características sexuales biológicas.

En otras palabras; NO, género y sexo no son lo mismo; pero eso no le deja libertad a ninguna ideología para disponer de la definición de nuestro género. Porque a fin de cuentas SÍ, tenemos género y tenemos sexo; ambas cosas, pero el sexo predomina de manera natural, e impone sus definiciones fundamentales al género. Nuestro género descansa en la tipificación sexual de nuestro organismo.

De hecho, según la OMS el género se trata de una "construcción social" y no de una separación de roles natural e inherente a la condición biológica de los sujetos —características anatómico-fisiológicas—, por lo que, continúa definiendo la OMS, "la analogía o sinonimia semántica entre los términos «género» y «sexo» es errónea".

Entonces, si la OMS dice que no son sinónimos, con la intención de poder redefinir y deconstruir, y los cristianos también decimos que no son sinónimos, pero con la intención de que lo que prime sea la condición genética y natural del sexo, entonces debemos tener mucho cuidado con las argumentaciones. Se debe tener muy claro el porqué ambos grupos decimos lo mismo, "que no son sinónimos". La batalla no es, entonces, para establecer si son términos análogos o no, sino para establecer las razones por las cuales la ideología de género dice que no lo son, y las razones por las cuales los cristianos decimos que no lo son.

Como ha sucedido con el arcoiris, la agenda LGBT nos ha arrancado de las manos el concepto de género y, apropiándose de él de forma errónea y para fines erróneos, hoy tememos al uso del término y lo satanizamos en plena ignorancia de su significado epistemológico.

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© Por Santiago Peralta. http://www.eseperalta.blogspot.com. Usted puede reproducir y/o distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin que se altere su contenido y se incluya este párrafo en la reproduccíon.

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