16 ago 2021

PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Cómo podré lidiar con mis pasiones y deseos?

Q- ¿Y si hay un pecado específico que en realidad no quiero dejar?

A- El poder de la gracia de Dios es que por ella no solo somos perdonados, sino que también somos transformados. Transformados para obedecer, porque por nuestras propias fuerzas no podemos, por más que querramos, agradar a Dios en el propósito de mantenernos apartados del pecado. Pero si somos intencionales en permitir que el Espíritu de Gracia transforme nuestros corazones, Él obrará la regeneración necesaria para que podamos agradarle con nuestras vidas; porque Dios es el que en nosotros produce así el querer como el hacer todo cuanto debamos hacer, y Él lo hace por su buena voluntad para con nosotros (Fil 2:13).

Evidentemente, una cosa es no querer someternos al Espíritu de Dios, y otra muy diferente es dudar que, de hacerlo, podamos salir victoriosos ante el pecado. Si Dios otorga a tu corazón y a tu razón las convicciones suficientes sobre estas verdades, también otorgará el anhelo y el querer someterte a Su Espíritu; y para esto solo se requiere que recibas la predicación de la Palabra de Dios, porque la fe viene por el oir, y el oir mismo es por el poder de Su Palabra (Rom 10:17).

De manera que hoy, antes de haber aceptado a Cristo en arrepentimiento y fe, es muy natural que aun consideres tu pecado como algo valioso. No obstante, si logras ver el horror del pecado en tu vida, y la posición en la que, por su causa, estás ante la presencia de tu Creador; si logras ver las bendiciones que el pecado te arrebata; y si al mismo tiempo logras ver Quién entregó Su vida para devolvértelas, para tu beneficio en esta vida y por la eternidad; si logras ver a Cristo en medio de la exposición del Evangelio, entonces no dilates más una decisión en plena confianza por lo Él pueda hacer en tu corazón. Recíbele como Salvador y Señor, y comienza a vivir una vida nueva en Cristo.

© Por Santiago Peralta. http://www.eseperalta.blogspot.com. Usted puede reproducir y/o distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin que se altere su contenido y se incluya este párrafo en la reproducción.

PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Cómo puedo aceptar a Cristo?

Q- ¿Cómo podría aceptar al Señor? ¿Cómo podría entregar mi corazón a Cristo? ¿Controlará Él mi vida en lo adelante?

A- La Palabra de Dios define lo que es aceptar al Señor, y también nos habla de una condición preliminar ineludible antes de aceptar al Señor. Aceptarle es entenderle como el único Salvador de nuestra alma ante la condición de condenación eterna en la que ella está sumida. Es posible que para eso quieras primero conocer sobre esa "condenación del alma". La Palabra de Dios dice que todos estamos bajo la condición y las consecuencias del pecado; como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; que todos nos desviamos, que a una nos hicimos inútiles; que no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno. Dice también que nuestra garganta es un sepulcro abierto; que con nuestra lengua engañamos, y que lo que hay debajo de nuestros labios es veneno de serpiente; que nuestra boca está llena de maldición y de amargura; que nuestros pies se apresuran para derramar sangre; que quebranto y desventura hay en todos nuestros caminos; y que no conocimos camino de paz, puesto que al final, la realidad es que no hay temor de Dios delante de nuestros ojos (Rom 3:10-18). Después de todo, lo que la ley dice lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios. Esta verdad se expresa sintetizadamente al decir que por cuanto todos pecamos, estamos destituidos de la gloria de Dios (Rom 3:23).

Esa es la condenación por causa del pecado: estar alejados, destituidos, alienados de la gloria de Dios; y Él, como el único que podía hacerlo, de la misma manera que una persona ofendida es la única que puede volverse a su ofensor e iniciar la reconciliación (pues al revés es inútil mientras el ofendido no lo consienta), envió a Su único Hijo para pagar el rescate que ese pecado ameritaba. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús (Rom 6:23).

En resumen, esa es la consecuencia del pecado y esa es la limitada condición en la que nos coloca delante de la eterna presencia de nuestro Creador. En esa condición no podíamos presentarnos ante Él, ni pretener permanecer ante Su presencia. Se requería un rescate y uno que no estuviera afectado por la misma condición, que con suficiencia pagara por ese rescate. Solo Jesús, nacido no de simiente de varón, sino engendrado del Espiritu de Dios en una joven virgen, María; cumplió los requisitos de la justicia divina. Confiar en ese Jesús como el Ungido de Dios, como el Cristo de Dios, y confiar en Su obra de rescate en la cruz, como los únicos elementos que pueden redimirnos de esa condición de pecado y sus consecuencias eternas es lo que la Biblia llama "ACEPTAR a Cristo".

Sin embargo, existe una condición requerida para aceptar al Señor, y es que en nuestros corazones y nuestras convicciones nos arrepintamos de nuestros pecados. El clamor del Señor Jesucristo, temprano en Su ministerio evangelístico, siempre fue: "arrepentíos y convertíos", y ese sigue siendo el mensaje hoy: en nuestra condición de pecado debemos arrepentirnos y aceptar al Señor en nuestros corazones. Sin arrepentimiento no hay salvación. El arrepentimiento es ese giro de 180 grados que nos coloca de espaldas al pecado y nos deja de cara a nuestro Dios para caminar bajo Sus normas. Arrepentirnos y confesar nuestros pecados es ese paso vital antes de poder ser perdonados por Dios. La Biblia dice en Salmos 32:5 "Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad de mi pecado".

El arrepentimiento es esa "disposición del corazón" para alejarnos del pecado y vivir para la gloria de Cristo en nuestras vidas, que significa caminar en santidad, testificar de Su Persona y Su obra, y crecer en el conocimiento de Su Palabra de manera constante. Y he dicho "la disposición del corazón" porque se trata de ESTAR DISPUESTO A que Cristo, precisamente como pudiste haber cuestionado en tu pregunta, sea el Señor de tu vida, no solo tu Salvador. Puede que no ocurra ni inmediatamente ni facilmente, pero arrepentirnos es estar dispuesto a que el Señor gobierne tus decisiones, por medio de Su Espíritu. A que tu voluntad ya no sea la que gobierne más tus pasos, sino la voluntad de Dios aprendida de las Escrituras y puesta en práctica diariamente. Ese señorío debe caracterizar tu vida luego de haber sido salvo por la fe en Su obra de la cruz. Estas son, ambas, la definición de, y la condición para, aceptar a Cristo en nuestras vidas.

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PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Es literal el cielo y el infiero? ¿¡Cómo puede tenerse certeza de lugares tan imaginarios!?

Q- Tengo inquietudes sobre la existencia del cielo y el infierno: No comprendo en lo absoluto la existencia de ambos sitios, ¿cómo es posible? ¿qué es lo que se supone que de mi ser es enviado hacia allá? ¿tendré conciencia? ¿cómo es eso de "para siempre"? ¿haciendo qué cosas? ¿cómo es eso de "gozo eterno"? Si solo tendré gozo y felicidad, ¿cómo será posible sin que haya tristeza para poder compararla? ¿cuáles son las pruebas del cielo y del infierno?

A- Un día un hombre llamado Nicodemo fue a Jesús a plantearle un dilema teológico acerca de su orígen. El Señor ni siquiera le respondió, y le dijo: "te es necesario nacer de nuevo". Hoy el hombre se plantea infinidad de cuestionamientos sobre su orígen y sobre su destino, y el Señor nos refiere la misma respuesta: "te es necesario nacer de nuevo".

Es decir, hay muchas cosas cuya comprensión solo será dada a aquel que recibe el Espíritu de Dios, porqe son cosas relacionadas con el Espíritu, y las cosas relacionadas con el Espíritu, las cosas espirituales, no pueden ser entendidas por el hombre natural. El hombre natural es el hombre de carne y hueso, el ser humano común y corriente, por más abolengo que posea, pero que no ha nacido de nuevo aún. Aquel que no tiene a Cristo como Salvador. La Biblia dice en 1Co 2:14-16 "Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (15) En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. (16) Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo". Solo el cristiano, nacido de nuevo genuinamente, posee la sabiduría que la mente de Cristo otorga para entender las cosas espirituales. Intentar que una persona, un ser humano natural, no espiritual, entienda las cosas espirituales, es un esfuerzo vano.

Sin embargo, la realidad del cielo (no el cielo astronómico, sino el cielo espiritual) y el infierno son irrefutables, porque existen testimonios de hombres que estuvieron en la presencia de los cielos y estuvieron de regreso a la tierra. No para contar su testimonio como una noticia sensasionalista, y que vieron una luz, etc., como dicen algunos, sino como sucedió al apóstol Pablo según indica la Biblia (no en un tabloide de noticias sensasionalistas) cuando nos dice en 2Cor 12:1-5 que él fue llevado al tercer cielo, pero que no le fue dado revelar las cosas que allí vió. Ese es un testimonio de la Biblia, no de una revista ni un periódico.

El propio Señor Jesucristo dijo en Juan 3:13 "Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo". Es decir, el cielo es un lugar literal. Y el infierno lo es de igual manera. El infierno fue creado por Dios para Satanás y sus ángeles (Mateo 25:41), pero todo aquel cuyo nombre no fue hallado inscrito en el Libro de la Vida fue lanzado allí de igual manera (Apocalipsis 20 completo, especialmente el verso 15) por haber rechazado el amor de Dios para salvarle, en la persona de Cristo y Su obra de sacrificio en la cruz del Calvario (1Tesalonicenses 2:11-12). Ese Dios sigue siendo un Dios de amor que se deleita en salvar, en dar convicción de pecado para salvar.

Ambos lugares, el cielo y el infierno, están extensamente documentados en Las Escrituras. Con respecto a con qué nivel de conciencia se estará en esos lugares, la parábola de el rico y Lázaro en Lucas 16:19-31 nos responde claramente que estaremos en nuestras plenas conciencias en esos lugares de eternidad.

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PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: Veo a Dios como un Dios radical, no soy capaz de ver su amor para con el hombre.

Q- Tengo inquietudes sobre las cualidades de Dios. Lo veo como un Dios radical, justo pero radical, con poder para castigar. Lo veo más desde la postura de la disciplina, no como un Dios de amor. La parte de Su amor, compasión, misericordia; nada de eso lo veo, sino como un jefe radical y extremista. ¿Por qué ese tal Dios me permitió vivir como soy? Además, para unos la verdad incluye a Cristo, pero para mí incluye también a María, o a Confusio o a Mahoma, dependiendo de la cultura donde hayas nacido, entiendes? Para algunos Cristo no es la verdad.

A- Primero, no estás equivocado cuando ves a Dios como un Dios radical. Dios es un Dios radical. La Biblia dice que Dios no dará por inocente al culpable: En Números 14:18 leemos "Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos". Eso suena bastante radical, porque lo es.

Pero Dios es igualmente un Dios de amor, como se puede apreciar en ese mismo pasaje, porque si todos somos culpables, entonces todos estamos bajo condenación; pero Dios amó de tal manera a este mundo que entregó a Su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16)

El pecado es la realidad humana, no por causa de Dios, sino por causa de la Caída en el Edén, por causa de cómo el hombre, en Su libre elección, decidió pecar. Dios no lo empujó a pecar, sino que en su libre albedrío, en su libre voluntad y raciocinio, alentado por el Maligno, el hombre pecó. Y esa fue responsabilidad del hombre, no de Dios. Pero Dios ya había diseñado una salida en la simiente humana que prometió a la mujer tan temprano como Génesis 3:15. Esa simiente es ese Jesús que fue a la cruz para redimirnos, para rescatarnos de la condenación eterna.

Con respecto a la validez de la verdad, es imperativo recordar que esta no radica en quien la considere, sino en los criterios que rodean a esa afirmación. NADIE nunca ha dicho ser la verdad. Ni Buda, ni Mahoma, ni Confusio, solo Cristo. María nunca dijo ser la Verdad, solo Cristo lo dijo; y no importa, porque nunca ha importado, lo que la gente diga sobre la verdad. Lo que importa es lo que la verdad diga de la gente, y de ella misma. Y es conforme a toda lógica, porque ella es la verdad, y solo ella puede, entonces, decir si ella misma es verdad...!

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PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Por qué tengo que acepar que tu propuesta religiosa es la verdadera?

Q- Todas las religiones se consideran "la verdad" o "aquellos que están bien con Dios". ¿Por qué tengo que acepar que tu propuesta religiosa es la verdadera?

A- Estar bien con Dios no es materia de la capacidad humana, sino de Su misericordia para con nosotros. Por eso, "religión" es el esfuerzo del ser humano por alcanzar a Dios, pero el "esfuerzo" de Dios por alcanzar al hombre para salvarle se llama redención, no religión. No somos religiosos, sino redimidos por una obra que tomó lugar en una cruz, históricamente hablando, no filosóficamente hablando. Ese hombre que murió en esa cruz dijo "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí."-Juan 14:6; de manera que nadie puede alegar tener "la verdad" o ser "la verdadera religión" si no se fundamentan en una relación sujeta a Cristo y a Su obra en la cruz, UNICAMENTE.

Cualquier "religión" o "dogma" que le quiera añadir algo a eso, ya está equivocada. Por tanto, es crucial mantenernos atentos y sujetos a Su Palabra (Las Escrituras, la Biblia); porque Él dijo: "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." - Juan 8:31-32.

En conclusión: la verdad la tiene aquel que tiene una relación personal con Quien dijo ser la verdad. La verdad la tiene aquel que tiene una relación personal con Cristo, y que ha recibido humildemente Su Palabra; y permanece en Su Palabra. 

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PREGUNTAS DE UN ESCÉPTICO: ¿Por qué gira todo alrededor del hombre, si se alega su estado de condenación? ¿No revela esto la autoría humana de las Escrituras?

Q. ¿Cuál es esa gran importancia o prioridad que el cristianismo le da al hombre, en el sentido de un alegado plan de Dios en su favor? No entiendo cuál es la prioridad que se le da al hombre, como si mereciéramos alguna cosa o fuéramos algo. ¿Por qué gravita todo alrededor del hombre, si a fin de cuentas el hombre "está en condenación"? ¿No revela esto la autoría humana de las Escrituras?

A. Ante todo, la historia no gravita alrededor del hombre. Gravita alrededor de Dios y Su gloria. Él es el protagonista de la historia, no el hombre. Con todo, en el relato de la Creación no vemos a Dios soplando aliento de vida en ningún otro ser creado u otro aspecto de Su creación que no haya sido sobre el hombre. Lo que esto propició en el hombre no fue solamente el espíritu de vida, pues toda carne debajo del cielo tiene espíritu de vida (Gen 6:17; 7-15 y 22), y ciertamente Dios no sopló sobre ellas. Lo que este soplo hizo en el hombre creado fue otorgarle la capacidad racional que ninguna otra pieza de Su creación tiene. En otras palabras: el albedrío que luego el pecado distorsionó.

Un caballo tiene espíritu de vida, igual que tú y que yo, pero la diferencia entre el caballo y yo es que yo sé que existo, él no; y sé que existe un propósito en mi vida, él no. Esa es una crucial diferencia entre los animales y nosotros en el contexto existencial de lo creado. En Job 32:8 leemos: "Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda". Este soplo tiene que ver entonces con nuestro raciocinio, y también con las características transferibles de Dios hacia nosotros (capacidad de amar, de tener misericordia, noción de la eternidad, etc). Por eso se habla de "imago Dei" (imagen de Dios), pues fueron el hombre y la mujer los únicos hechos a esa Imagen.

El soplo de Dios sobre nosotros es lo que está detrás de esa Imagen de Dios. Se piensa erróneamente que la diferencia de todo lo creado con el hombre es que el mismo Dios formó al hombre con sus manos y no así a los animales; pero la realidad es que en el relato del cap. 1 no hay diferencia entre los otros procesos creacionistas: para todo lo que Dios hizo, antes vemos un "dijo Dios". Igual sucedió para con el hombre. La única diferencia que resalta es la pluralidad de la deidad: "hagamos"; pero igual, antes de hacerlo, "dijo Dios". Es decir, el poder creador de Su Palabra (el Verbo de Dios, por medio de quien fueron hechas todas las cosas [Col 1:16]) actuó igual en todas las cosas creadas, salvo por ese soplo exclusivo.

Por tanto, la imagen de Dios en el hombre es lo que le da la importancia a su existencia. Nuestra importancia e identidad están en Cristo, en ninguna otra fuente.

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