Es cierto que existieron verdaderos hombres de Dios, llenos del Espíritu, que vivieron en la abundancia y plenitud de riquezas, aunque no sin antes haberse curtido en el trabajo arduo, y sufrido escasez y sacrificios. Tal es el caso de José, hijo de Jacob, quien luego de ser vendido como esclavo y sufrir el aislamiento de un calabozo por las mentiras de una mala mujer, pasó a ser el segundo hombre del vasto imperio egipcio. Igual orígen plantea el exito de David, hijo menor de un pastor de ovejas de la región, y quien llegó a ser el primer rey genuino de los israelitas, ratificado por voluntad divina [planteo ambos casos porque suelen ser la referencia usual de algunas personas que alegan haber encontrado la solución conciliatoria entre la fe y las riquezas; entre el amor a Dios y a Mamón (Mt 6:24)].Sin embargo, el verdadero creyente no tiene sus ojos en las cosas de este mundo, y no es amigo de ellas (1Jn 2:15). El creyente verdadero tiene sus ojos en la cruz de Cristo, a quien debe su regeneración espiritual, y de quien espera la redención prometida.
En el estudio Las Riquezas y el Cristiano del 1 de Julio de este año, el pastor José R. Mallén explicaba claramente las motivaciones bíblicas para estar alerta en relación al tema: la fascinación por las cosas materiales pueden llegar a desviar una adoración a nuestro Dios que debe ser absoluta, sin la mas mínima reserva.
En el estudio, el pastor Mallén señalaba también cuánto nos puede llegar a afectar racionalmente la presión social que recibimos por el materialismo, el mercurialismo, y mas contemporáneamente acuñado: el consumismo. El creyente atento a las vanidades que ofrece este mundo tornará su corazón paulatinamente insensible al Espíritu Santo en su vida, el cual se hace manifiesto a través de las Escrituras, de los demás miembros del cuerpo de Cristo, y de la iglesia a la cual ha sido añadido.
Un creyente debe buscar un equilibrio en la manera de administrar los bienes que Dios ha puesto en sus manos. Como extremo, cualquier crítico plantearía: "Entonces el cristiano debe aislarse por completo en una mazmorra, en un islote o en una recóndita selva y evitar contacto con todo tido de materialismo y consumismo?". Suficiente como referencia de los amish menonitas de Ohio, pero no debe ser el comportamiento del cristiano consciente de que vive en este mundo; milita en el, no para el. No pertenece a el.
El proceder consumista riñe con la doctrina del contentamiento cristiano: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto, porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados por muchos dolores” (1Tim 6:8-10).
Paz y gracia a cada uno.
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1 comentario:
Santiago, gracias por el enlace al estudio del pastor José R. Mallén, realmente muy bueno para reconciliar a una con los valores que no debemos perder ante la realidad de un mundo materializado. Gracias por tu artículo. Feliz Año!
K.
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