12 nov 2007

Contender sin ser contencioso

Hace poco conversabaMSNos amenamente una amiga de hace unos años y yo, ex-compañera de trabajo, acerca de sus proyectos de negocios y el éxito que había llegado a experimentar basado en el esfuerzo y dedicación al mismo. Le felicité de corazón, y como la confianza entre ambos me daba permiso, un poco en broma le comenté que gracias a Dios ella no era una adepta de la Teología de la Prosperidad...

Tan pronto me contestó, supe que ese permiso expedido por la confianza no había sido firmado por esta joven empresaria, porque comenzó a escribirme ya de otra manera, como a la defensiva, pero al mismo tiempo advirtiéndome acerca del "error de juzgar el ministerio de un siervo de Dios, sin tener la capacidad de conocer su corazón".

Pero por qué...!? Si yo estoy casi-casi seguro que ella no comulga con esa posición doctrinal...! Lo que ella dice es la pura verdad, pero mal aplicada, claro. Porque, sí, estoy juzgando, pero no la dedicación, entrega, devoción de la actividad ministerial llevada a cabo como ejercicio de este tipo de convicciones; sino su apego o no a la doctrina biblicamente fundamentada.

Segundo, no juzgo personas ni corazones. Vil y pecador como soy, no tengo la capacidad para hacerlo. Pero si algo sugiere 1Cor 2:15 es que el cristiano nacido del - y guíado por el - Espíritu Santo puede evaluar, pesar, discernir con verdad la naturaleza y efecto de las cosas que suceden a su alrededor, y por tanto mi declaración es: El llamado "Evangelio o Teología de la Prosperidad", que sirve de trasfondo a tantos otros movimientos y ministerios, tales como "Movimiento de Fe", "Confiésalo y Recíbelo", "Oración Fuerte al Espíritu Santo", "Ministerio Pare de Sufrir", etc.; y que en nuestro pais tiene como representante mas conocido al Ministerio Centro de Fe, a manos del evangelista Aquiles Azar, no es otra cosa que un claro cumplimiento de las sentencias bíblicas acerca de engañadores que en los postreros tiempos pregonarían falsas doctrinas y otros evangelios.

Ahora bien, ese tema está suficientemente refutado con bastante documentación escritural; por lo que no voy a abordarlo en este momento. Me limitaré a referir dos citas antes de continuar con lo que en realidad me mueve a este artículo. Una de mi pastor José R. Mallén, en su estudio Apostasía del 11 de Marzo de este año, donde señala que existen dos propósitos fundamentales por los que, en relación al creyente, Dios permite la apostasía:

  1. Separar los falsos de los verdaderos creyentes; antes de que nuestro Señor Jesucristo venga (2 Ts. 2:3)
  2. Para que los creyentes velemos con Celo Santo la Sana Doctrina (2 Ts. 2:15)

Y esta ultima declaración me dará pie al tema que debe ocuparme hace rato, pero antes refiero la segunda de las citas prometidas, que pertenece al Pastor Oscar Arocha, de la Iglesia Bautista de la Gracia, en la ciudad de Santiago, tomada de su estudio Denunciando a los falsos, del 17 de Junio. En el mismo, Arocha nos recuerda un principio teológico fundamental: El Evangelio es, ante todo, divino y no humano. Se pregona para la gloria de Dios con un efecto secundario glorioso en beneficio del hombre: su salvación. Pero no es al revés, como pretenden socabadamente los falsos maestros: para el beneficio natural, material, del hombre, y luego pretender con ello que Dios sea glorificado (si es que llegan a tener la intención de darle gloria alguna a Dios).

Bueno, luego tendré que abordar el tema, porque ya me picó y no debiera irme al otro sin referir algunos pasajes verticales en torno a esto. Sin embargo, si no lo hago, nunca voy a publicar este artículo sobre cómo es que somos llamados a contender por la fe, y por otro lado somos llamados a no ser contenciosos...?!?

Fijense mis estimados, no hay siquiera asomo de contradicción: Ciertamente la palabra de Dios nos manda de forma directa a no ser contenciosos, como leemos en la exhortación dirigida a Timoteo en una segunda carta que Pablo le escribió: "Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso..." (2Tim 2:24); y con frecuencia se nos cita tal versículo arguyendo error al contender por la fe, develando la falsedad de ciertas llamadas "doctrinas". Ocurre que al leer el contexto del capítulo 2, vemos que el autor se refiere a contender sobre vanas y profanas palabrerías (vs. 14 y 16), asi como sobre temas necios e insensatos (v. 23). Sobre tales cosas, es contundente el mandato: No contendáis.

Ahora bien, de qué otra manera puede el mismo autor, en la misma carta, mandar al mismo destinatario a redargüir a tiempo y fuera de tiempo, y a reprender al oyente (2Tim 4:2); de no ser porque el primer mandato no interfiere con el segundo?

Redargüir es, literalmente, impugnar algo porque tiene alguna falla. Y a esta acepción del término se refiere el apóstol cuando llama a su discípulo a desenmascarar a los falsos maestros y profetas. Cuando la Palabra de Dios nos manda a no ser contenciosos, se refiere a no polemizar por razones de opinión (Rom 14:1); y opiniones, mi querido, hay cualquier cantidad...! Pero frente a las falsas doctrinas y herejías que luchan por permear el cuerpo de Cristo no podemos andar pasivamente y limitarnos a "ver y a esperar que se devele su mentira, si es que resulta falsa", asumiendo una postura seudogamaliana; y digo "seudo" porque Gamaliel tenía sus razones en Hechos 5:33-39 para sugerir dejar a "aquellos hombres" tranquilos; pero nosotros, hoy, tenemos toda la revelación de la Palabra de Dios...! A qué esperar ?! Estamos llamados a contender por la verdadera fe, la cual ha sido revelada de manera suficiente en las Sagradas Escrituras, no a ser pasivos expectantes de una confirmación o no de su falsedad.

Por tanto, no puedo aceptar la acusación de estar juzgando sin autoridad los corazones de evidentes falsos maestros, porque sencillamente no puedo llevar a cabo tal escrutinio. Lo que si puedo, y estoy comisionado para hacer, es velar por la integridad del Evangelio predicado, lo cual es una de mis funciones como embajador del reino de los cielos hasta el dia de la Redención.

Y si para ejercer tal función tengo que redargüir y reprender, entonces es claro y coherente el llamado a contender por la fe, no a estar pasivos frente a las falsas doctrinas que se erigen ante el creyente.

Paz y gracia a cada uno


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