14 sept 2015

Antiguo Testamento vs Nuevo Testamento

Las preguntas que surgen del análisis básico de las palabras suelen ser preguntas interesantes.  A veces, a fuerza de escuchar un término o expresión, nos acostumbramos a su significado convencional sin detenernos a investigar que hay detrás de las palabras.  Es el caso de las expresiones Antiguo Testamento y Nuevo Testamento.  Si las buscas, no podrás encontrarlas en la Biblia..! (Al menos no en la versión Reina-Valera 1960 tan utilizada por el pueblo de Dios hispanohablante).

Podrás encontrar expresiones sinónimas, pero no esas.  Cuando leemos en Las Escrituras las expresiones "Antiguo Pacto" (2Cor 3:14) y "Nuevo Pacto" (Lc 22:20) nos podemos preguntar entonces ¿Quién pactó con quién? ¿Qué pactaron? ¿En qué momento se llevó a cabo ese pacto?

Al margen de que podemos ver más de un pacto en el Antiguo Testamento, el que dio carácter oficial al convenio de Dios para con la nación escogida, y que repercutiría a todas las naciones, fue el pacto con Abraham acerca de que su descendencia heredaría toda la tierra, y quedaba representado por un medio físico que otorgaba la entrada a la «comunidad del pacto». Se llegaba a ser judío al nacer de padres judíos. Por tanto, todos los varones judíos eran circuncidados. La circuncisión no estaba limitada a los que tenían una verdadera vida espiritual interior, sino más bien se le exigía a todos los que vivían entre el pueblo de Israel. Dios dijo: «Todos los varones entre ustedes deberán ser circuncidados. … Todos los varones de cada generación deberán ser circuncidados a los ocho días de nacidos, tanto los niños nacidos en casa como los que hayan sido comprados por dinero a un extranjero y que, por lo tanto, no sean de la estirpe de ustedes. Todos sin excepción, tanto el nacido en casa como el que haya sido comprado por dinero, deberán ser circuncidados» (Gn 17:10-13).

La verdadera circuncisión es algo interior y espiritual. «La circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito» (Ro 2:29). Es más, Pablo en el Nuevo Testamento explícitamente indica que «no todos los que descienden de Israel son israelitas» (Ro 9:6).  Pero bajo el nuevo pacto la situación es muy diferente. El Nuevo Testamento no habla de una «comunidad del pacto» conformada por los creyentes y sus hijos inconversos, así como parientes y criados inconversos que vivieran con ellos. En la iglesia del Nuevo Testamento lo único que importa es si uno tiene la fe que salva y ha sido incorporado espiritualmente al cuerpo de Cristo, la verdadera Iglesia. La única «comunidad del pacto» de que se habla es la Iglesia, la comunión de los redimidos.

Pero, ¿cómo llega uno a ser miembro de la iglesia?  Los medios de entrada a la Iglesia son voluntarios, espirituales e internos.  Uno llega a ser miembro de la verdadera Iglesia al nacer de nuevo y al tener fe que salva, no por nacimiento físico.  No viene por un acto externo, sino por la fe interna en el corazón.

En estos y muchos otros contrastes vemos la distinción que Pablo enfatiza entre el antiguo y el nuevo pacto. Los elementos físicos y actividades del antiguo pacto eran «una sombra de las cosas que están por venir», pero «la realidad» se halla en la relación del nuevo pacto que tenemos en Cristo (Col 2:17).

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“Doctrina Bíblica.  Enseñanzas esenciales de la fe cristiana”, W. Grudem, pgs. 381-382

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