Ejemplos sobran a nuestro alrededor de jóvenes empeñados en imponer sus propósitos a toda costa, por encima de las sugerencias y consejos paternos, amparados en la excusa de "lograr todo lo que te propongas", y hasta con un excelente pretexto bíblico cuando sacamos de su contexto el versículo 13 de Filipenses 4. Decir que "Todo lo puedo en Cristo" cuando se actúa en franca rebeldía y rechazo a la autoridad o instrucción paternas es un contrasentido que los padres no debemos confundir con los derechos a expresarse que le asisten a nuestros hijos.
La obstinación queda revestida de blanco tratando de presentarse como una característica del joven emprendedor, persistente y enfocado; sin ser estas últimas cualidades necesariamente negativas.
Hay una diferencia muy clara entre la persistencia y la obstinación: el motivo del denuedo. Si el enfoque es resultado de su propia voluntad, satisfacer el deseo de su corazón, la gloria personal o el orgullo propio, estamos ante una actitud obstinada.
Si el enfoque es, en cambio, salvar cualquier obstáculo que se anteponga al objetivo final de llevar gloria a Dios y darle todo el honor a Él, para quien, a fin de cuentas, debemos hacer todas las cosas que nos propongamos (Col 3:17), entonces se trata de una actitud persistente, y debe ser patrocinada por nosotros como padres.
La obstinación y la rebeldía son actidudes pecaminosas con las cuales damos respuesta al deseo de nuestro corazón sin tomar en cuenta el tiempo y condiciones establecidos por Dios, revelando de paso otros pecados residentes como la falta de dominio propio, falta de templanza, el afán y la ansiedad.
Es curioso ver cómo somos capaces de clasificar subconscientemente el pecado, y priorizarlos a partir de su nivel de exposición. Si es un pecado explícito y que involucra un agente externo, facilmente llega a ser rechazado por nosotros. Si, en cambio, se trata de un pecado implícito y que supone una actitud puramente interna, se hará hasta difícil que sea aceptado como pecado del todo. Sin embargo, si nuestros hijos son capaces de identificar como pecados algunas actividades y prácticas evidentes como la hechicería, la adivinación, la idolatría; entonces no debe ser difícil para nosotros guiarles a la comparación que Las Escrituras hacen de estos pecados y aquellos mas íntimos. El 1er Libro de Samuel nos dice que ambas cosas son lo mismo:
"Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación (1Sa 15:22-23a).
La próxima vez que tus hijos fallen en ver la obstinación como un pecado, que le pregunten al 1er Libro de Samuel...
Gracia y paz a cada uno.
La próxima vez que tus hijos fallen en ver la obstinación como un pecado, que le pregunten al 1er Libro de Samuel...
Gracia y paz a cada uno.
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